Regalo de Dios
Regalo de Dios
Sus yemas de los dedos tocaban con delicadeza las finas flores del jazmín. Hacía ya mucho tiempo que no sabía quién era ni quién fue. Únicamente en escasos momentos de lucidez, los peores, reconocía el mundo que pisaban sus pies. Su cuerpo se había desprendido de recuerdos; su propia vida olvidada como un viejo sueño. ¿Acaso había olvidado sentir? Por la sonrisa que puso al acercarse a aquel jazmín diría que no. Tacto y olfato como resquicio de vida. Menuda suerte.
Reconozco que estoy obsesionado con dos cosas: los jazmines y los recuerdos; ambos estrechamente relacionados. Me descubro oliendo a jazmín si pienso en las que ya no están. Las que se fueron después de una larga y agotadora enfermedad. La peor de todas. Aquel mal que te obliga a olvidar lo que eres y lo que has vivido. Pensar en mis abuelas con nostalgia podría parecer doloroso, pero ni mucho menos. Ellas en mis recuerdos huelen a jazmín y sonríen.
Etimológicamente jazmín, que viene del árabe, significa "regalo de Dios". Pues eso.
Si alguna día me diagnostican Alzheimer quiero que me acerquen, cada rato, a un jazmín. Y que me dejen morir tranquilo cuando yo deje de ser yo.
Miguel Paneque Folch