Estoica desazón
Estoica desazón
Allí se encontraba de nuevo. El lugar seguía frío y oscuro, tal y como lo recordaba. Solo la tenue luz amarilla de una farola iluminaba el espacio. Como de costumbre, empezó a caminar dirección a la cálida y lejana claridad. Ya había estado allí en más de una ocasión pero no recordaba hacía cuánto. Vagaba lento; fatigado. Sentía un desánimo tal que incluso le costaba frotarse las manos para sentir algo de calor. De su interior brotaba vapor. Era lo único que había dentro de él, pensó. Por mucho que anduviera parecía no acercarse al candil. También recordaba aquello.
Pese a todo seguiría caminando, en algún momento volvería a enamorarse.
De to se sale.
Miguel Paneque Folch